domingo, 13 de enero de 2008

La parra


La parra.

Recuerdo de mi infancia, las vacaciones del colegio… cuanto deseaba que llegaran, contaba los días que me faltaban para reunirme con el, con ese viejito italiano que yo tanto adoraba, mi abuelo.
Me daba lastima dejar a mama y papa, pero que felicidad, llegar a esa casa con pisos de tierra y paredes de ladrillos, con esa galería, y luego la parra, esa parra que me veía llegar. Al llegar del campo cansado, mi querido abuelo, me pedía que le alcanzara las chancletas; y yo le peinaba ese pelo blanco por las canas, parecía un copo de nieve sobre su cabeza…
Todo quedo grabado en mi memoria, ese olor a las plantas de la quinta que el cuidaba con tanto amor; pero la parra… la parra era nuestra aliada. Ella veía y compartia también ese cariño, los tres unidos…
Aunque también, cuando hacia alguna travesura, era testigo del reto que mi abuelo me daba.
Por eso, ese día que viajamos a Chivilcoy de urgencia, no lo podía creer, ya no tendría mas a mi compañero de vacaciones, extrañaría esos días en que mi abuelo volvía del campo cansado, y yo lo esperaba. Que sola se encontraría la parra sin nosotros dos; no, no lo podía creer. El abuelo no podía irse, no podía dejarnos.
Fui debajo de la parra y me pareció que sus hojas lloraban junto conmigo..
Así pasaron unos años, la casa se vendió, fue modernizada, y la parra también se fue, porque la cortaron para hacer un patio… se fue como el, como ese viejito italiano de cabellos muy blancos…
Pero yo, guardo en mi memoria esos días de vacaciones, esos pies cansados por las tareas del campo, esos cabellos blancos que yo acariciaba y nuestra aliada, nuestra compañera, la parra.



Alicia Elizabeth Boleso
( mi mama...)

1 comentario:

Anónimo dijo...

Veo que encontraste el camino,que tanto te asustaba, poco a poco irás encontrando la forma de tu propio espíritu. Te felicito.